Capítulo X
POSANDO COMO UN ARTISTA
Mi
habilidad para escalar volvió a ser de uso en otra
ocasión de alguna manera similar. Un mapa me había
sido enviado por mis superiores de un distrito
montañoso en el cual descubrieron que tres fuertes
habían sido recientemente construidos. Se conocía
cuál era la situación de estos fuertes pero ningún
detalle había sido averiguado tales como su tamaño
o armamento.
Al llegar a la única villa en el
área, pase mis primeros días paseando y viendo por
lo general a las montañas entre las cuales se
suponía que estaban los fuertes. Mientras tanto, me
puse en relación por medio de mi casero con uno o
dos deportistas locales y pregunté entre ellos la
posibilidad de una partida de caza u otro ejercicio
de tiro entre las montañas cuando llegara la
temporada.
Les dije que disfrutaba acampar por
unos días al tiempo que dibujaba y cazaba en mi
estancia en el país. Pregunté sobre las
posibilidades de alquilar tiendas y mulas para carga
y que me recomendaran a un buen mulero, que conociera
todos los alrededores y pudiera decirme todos los
posibles lugares que hubiera para acampar.
Eventualmente lo contraté para
llevarme por un día o dos a explorar el área para
acomodar campamentos y disfrutar de la vista.
Caminarnos una distancia considerable a lo largo de
una espléndida carretera que guiaba hacia las
montañas. Tan pronto llegarnos a las partes altas
él sugirió que deberíamos dejar el camino y
descender dentro de la garganta, a lo largo de la
cual podríamos ir por un trecho para luego subir y
reencontrar la carretera. Entonces me explicó que
éste era un camino militar y que sería deseable
dejarlo por un trecho, para así evitar la caseta del
guardia más arriba, donde había un centinela
apostado con órdenes de no dejar pasar a ninguno
más allá de ese punto.
Nosotros
exitosamente evadimos la caseta del guardia de
acuerdo a su dirección y eventualmente nos volvimos
a encontrar con la carretera, en una posición alta a
través de la cima de la sierra; pero a nuestra
izquierda, conforme progresábamos, por la carretera
había una abrupta sierra menor que procedimos a
ascender.
Cuando estuvimos cerca de la cima
él me dijo con una pícara expresión: -Ahora si ves
por aquí, observarás exactamente lo que quieres.
Y tan pronto vi y descubrí uno de
los nuevos fuertes, que era exactamente lo que
quería ver esparcido ante mis ojos como un mapa
simplemente tuve que tomar un dibujo a vista de
pájaro para obtener el plano completo.
Más allá, en otra sierra
descansaba otro fuerte y, casi a mis espaldas pude
ver parte del tercero, mientras más arriba habría
aun más fuertes en los cerros. Me había metido en
un nido regular de ellos. Mi posición en la sierra
me dio una espléndida vista de las montañas, y
refiriéndome a ellas dije: -Sí, en verdad, me has
traído al lugar exacto.
Pero él rió de nuevo
maliciosamente, señalándome el fuerte y dijo: -Sí,
pero ésa es la mejor vista de todas, creo.
Él parecía entender mis
intenciones más ampliamente. Abajo a lo lejos se
esparcían los fuertes por los estrechos para los que
fueron diseñados para proteger las naves que
navegaban entre ellos. Comencé de inmediato a hacer
un dibujo del panorama, omitiendo cuidadosamente el
lugar donde se esparcían los fuertes, en parte para
desanimar las sospechas de mi amigo, y en parte para
protegerme en caso de que me arrestaran.
De inmediato mi compañero se
ofreció a bajar al fuerte y traer a su hermano, que,
dijo, era un artillero estacionado ahí y, podía
darme cada detalle que deseara acerca de sus armas,
etc.
Esto sonaba demasiado bueno para
ser verdad, pero con la mayor indiferencia dije que
me gustaría conocerlo y fuera mi amigo. Al momento
que él estaba fuera de mi vista tomé cuidado de
alejarme dentro de un kopje cercano donde pudiera
ocultarme en caso de que trajera una fuerza de
hombres a capturarme.
Desde
aquí pude hacer un muy preciso dibujo del fuerte y
de sus emplazamientos de armas en la parte interna
del forro de m¡ sombrero y cuando hubiera terminado
éste me iría lo más rápido posible con el otro
dibujo para mostrar que había estado muy ocupado
durante la ausencia de mi guía.
De inmediato lo vi de regreso, pero
sólo era acompañado por otro hombre, bajé a mi
posición original y los recibí con una sonrisa.
El artillero era más comunicativo
pues me dijo todo acerca de sus armas, sus tamaños y
cuál era su potencia concerniente al rango y
precisión. Me dijo que una vez al año una vieja
nave que estaba por romperse era remolcada a lo largo
detrás de un vapor bajo los estrechos, para
proporcionar un blanco a los fuertes de defensa a su
paso. Él me dijo con pesar:
-Nosotros somos tres fuertes y
ninguna nave ha podido pasar exitosamente uno o dos;
siempre son hundidos antes de llegar a nosotros.- Me
dio el rango exacto y el número de rondas de fuego,
que mostraba que su puntería era muy buena.
Descubrí muchos otros detalles
como el número de hombres, su alimentación y
arreglos hospitalarios. Unos días después pude
regresar a casa con una buena cantidad de
información valiosa y con los buenos deseos y
esperanzas de mis muchos amigos que algún día
regresaré para las partidas de caza. Pero estoy
seguro que un hombre no es aceptado por este tipo de
profesión, a diferencia de un artista o un
deportista y aquel fue el muletero.
INTRODUCCIÓN
Capítulo I
LOS
DIFERENTES RANGOS DE LOS ESPÍAS
Capítulo II
LOS PLANES DE INVASIÓN ALEMES
Capítulo III
JAN GROOTBOOM, MI ESPÍA NATIVO
Capitulo IV
TRANSPORTANDO INFORMACIÓN
Capítulo V
PLANOS SECRETOS DE FORTIFICACIONES
Capítulo VII
CÓMO SE DISFRAZAN LOS ESPIAS
Capítulo VIII
EXPLORANDO UN ASTILLERO EXTRANJERO
Capítulo IX
ESPIANDO A LAS TROPAS ALPINAS
Capítulo X
POSANDO COMO UN ARTISTA
Capítulo XI
ENGAÑANDO A UN CENTINELA ALEMAN
Capítulo XII
UN ESPIA ES SUSPICAZ
Capítulo XIII
BURLANDO A UN CENTINELA TURCO
Capítulo XIV
EL TURCO Y EL TÉ
Capítulo XV
OBSERVANDO A LOS BOSNIOS
Capítulo XVI
ENCUENTRO CON LA POLICIA
Capítulo XVII
CAPTURADO AL FIN
Capítulo XVIII
EL ESCAPE
CONCLUSIÓN