Escultismo
Para Muchachos
Capítulo 7
Hidalguía de los
Caballeros
Fogata 21
Disciplina de sí mismo
El
verdadero caballero anteponía su honor a todo, como
algo sagrado. Un hombre honorable es siempre digno de
confianza; jamás cometerá una acción deshonrosa,
como decir una mentira o engañar a sus superiores,
patronos o a aquellos que están bajo sus órdenes, y
siempre merece el respeto de sus prójimos.
El
capitán de un barco, en un naufragio, es el último
en abandonarlo ¿Por qué? Un barco, después de
todo, no es más que un montón de hierros y madera,
mientras que su vida es tan valiosa como la de
cualquier mujer o niño de a bordo. Sin embargo,
procura que todo el mundo se ponga a salvo antes de
hacer ningún intento de salvar su preciosísima
vida. ¿Por qué? Porque su barco es su barco y se le
ha enseñado que su deber es permanecer en él y
considera deshonroso hacer otra cosa y, por tanto,
antepone su honor a su seguridad.
Así el
Scout deberá poner su honor sobre todas las cosas.
Lord
Kitchener dijo a los Scouts: "Hay un pensamiento
que yo quisiera grabar en todos ustedes que, UNA
VEZ SCOUT, SIEMPRE SCOUT". Con esto quería
decir que, cuando vosotros seáis hombres, debéis
seguir practicando lo que aprendisteis cuando erais
Scouts y, especialmente, que deberéis seguir siendo
honrados y dignos de confianza.
Juego
limpio
Jugad
siempre limpio vosotros e insistid en que los demás
también jueguen limpio. Si veis a uno de esos
muchachos grandes y fanfarrones atacar a un muchacho
pequeño o débil, lo detendréis, porque eso no es
jugar limpio. Si un boxeador profesional, peleando
con otro, lo noquea, no deberá seguir pegándole
mientras esté tirado.
Lo
importante en esto es que jugar limpio es una idea
muy vieja de caballerosidad que ha llegado hasta
nosotros legada por los caballeros de antaño y que
debemos conservar.
Honradez
La
honradez es una forma del honor. A un hombre honrado
se le puede confiar cualquier cantidad de dinero, u
otros valores con la certeza de que no los robará.
Trampear,
en cualquier forma, es una acción baja.
Cuando
os sintáis inclinados a hacer trampa para ganar un
juego, u os sintáis desalentados porque estéis
perdiendo, pensad que, "después de todo, sólo
se trata de un juego y que no vais a perder la vida
con el juego; y que no siempre se puede ganar, pero
conviene, sin embargo, jugar hasta lo último por si
acaso se presentare una oportunidad imprevista de
ganar".
Si
conserváis vuestra sangre fría en esa forma, con
frecuencia encontraréis que ganáis, después de
todo, con no ser demasiado ansiosos o desesperados. Y
no olvidéis que, si sois verdaderos Scouts, cuando
perdáis un juego, felicitaréis inmediatamente al
equipo vencedor y le estrecharéis la mano a sus
componentes, y en particular, a aquél que os
derrotó.
Esta
regla es fielmente observada en todos los juegos en
que toman parte los Scouts:
"Dios
mío, ayúdame a ganar, pero si, en Tu sabiduria
infinita, Tú quieres que yo pierda, entonces, Dios
mio, haz que sepa yo perder".
Lealtad
La
lealtad era una de las cosas que más distinguía a
los antiguos caballeros. Eran siempre devotos leales
de su rey y de su patria y estaban siempre listos y
deseosos de morir en su defensa. De la misma manera,
sus seguidores deben ser leales a su superior
jerárquico, ya sea su jefe o su patrono y deberán
permanecer a su lado contra viento y marea, pues tal
cosa forma parte de su deber. Si no tienen intención
de ser leales, deberán, si tienen algo de honor y
hombría, renunciar al puesto.
Deberán
igualmente, ser leales a su familia y para con sus
amigos; y deberán ayudarlos, tanto en las épocas
malas, como en las buenas.
Una
demostración de lealtad al deber puede verse en las
ruinas de Pompeya, donde todavía existen los
despojos de un soldado romano que permaneció en su
puesto cuando hizo erupción el Vesubio y cubrió con
lava y ceniza aquella ciudad. Conserva la mano sobre
la boca y la nariz, pues seguramente en esa forma
trató de evitar la sofocación, que al fin acabó
con él.
El
deber ante todo
El
nombre y fama de Jack Cornwall, son conocidos de
todos los muchachos ingleses como los del muchacho
que en la gran batalla de Jutlandia en 1916, se
mantuvo al lado de su cañón a bordo del
"Chester", cuando todos los servidores de
esa batería habían muerto ya o estaban heridos y
él podía haberse retirado a un lugar seguro.
Estaba
mal herido, pero colocado en el lugar de
responsabilidad de ajustador de puntería, su puesto
estaba junto al cañón. Y ahí se mantuvo por veinte
minutos bajo un fuego terrible, por si se le
necesitaba.
Después
de la batálla, cuando el "Chester" ya
había salido con éxito de la tremenda prueba a que
había sido sometido en su encuentro con tres
cruceros germanos, el único superviviente de la
dotación de aquel cañón, le dijo: "¡Muy
bien, joven! ¡Te portaste admirablemente! Has tenido
mucha suerte de no salir herido".
"Sí,
estoy herido; en el pecho. Pero, ¿ganamos?"
"Sí.
muchacho".
El
muchacho se desmayó. Después pasó varios días en
el hospital y por fin murió a causa de sus heridas,
pero murió satisfecho, sabiendo que había cumplido
con su deber. Había permanecido fiel en su puesto,
como todo buen Scout debe hacerlo.
Jack
Cornwall no era más que un niño, pero demostró, en
la batalla naval de Jutlandia,
que
podiá ocupar el puesto de un hombre.
Obediencia
y disciplina
En los
Scouts y en los soldados, la disciplina y la
obediencia son de tanta importancia como el valor.
El
"Birkenhead" era un transporte que
conducía tropas. Llevaba a bordo 630 soldados con
sus familias y 130 marineros. Cerca del Cabo de Buena
Esperanza, una noche, chocó contra unas rocas y
empezó a partirse en dos.
Los
soldados fueron inmediatamente formados sobre la
cubierta. A algunos se les ordenó bajar los botes
salvavidas y colocar en ellos a las mujeres y a los
niños; a otros se les ordenó sacar lcs caballos de
la cala, llevarlos sobre cubierta y de ahí
descenderlos al mar para darles oportunidad de que
nadaran hasta la playa.
Cuando
todo esto ya había sido ejecutado, se encontró que
no había suficientes botes para todos los hombres,
por lo que hubo de ordenárseles que permanecieran
formados.
Para
entonces el barco se había acabado de partir y se
hundía rápidamente. El capitán les gritó que se
arrojaran al mar, pero su jefe, el coronel Seaton,
les ordenó permanecer en su lugar, pues pensó que,
si se tiraban al mar, tratarían de nadar hacia los
botes y podrían hundirlos.
Los
hombres, pues, permanecieron en sus puestos y al dar
la vuelta el barco y hundirse, lanzaron un
"¡Viva!" y se hundieron con él.
De los
760 que iban a bordo, sólo se salvaron 192, pero
aún éstos se hubieran ahogado si no hubiera sido
por el sacrificio de los otros.
Un buque
escuela británico, el "Fort Jackson",
lleno de jóvenes marinos, fue chocado por un vapor,
pero, como en el "Birkenhead", no hubo
pánico, ni gritos, los muchachos se formaron
rápidamente, se pusieron los salvavidas e hicieron
frente al peligro bien y con calma. El resultado fue
que no se perdió ni una sola vida.
Humildad
La
humildad, o el ser humilde, era una de las cosas que
practicaban los caballeros. Aún cuando, en general,
eran superiores a otras personas en la lucha y en el
campo, nunca presumían de ello. Por tanto, vosotros
tampoco presumáis.
No creo
que tengáis ningunos derechos que no hayáis ganado.
Tenéis el derecho de que se os crea, si lo ganáis
diciendo siempre la verdad; y tenéis el derecho de
ir a la cárcel, si lo ganáis robando.
Hay
muchas personas que van por ahí alardeando de
derechos sin que nunca hayan hecho nada por
conquistarlos. Vosotros cumplid primero con vuestro
deber y después obtendréis vuestros derechos.
Los
Pieles Rojas tenían que ser valientes para
sobrevivir.
Necesitaban,
para alimentarse, la carne del búfalo y éste era
difícil de cazar.
Valor
Pocos
son los hombres que nacen valientes, pero todos
pueden adquirir valor si se lo proponen y,
especialmente, si se lo proponen cuando niños.
El
hombre valiente se arroja al peligro sin titubear,
mientras el menos valiente se hace para atrás. Es
algo así como nadar. Un grupo de muchachos llega a
un río para nadar y los cobardes permanecerán
tiritando en la orilla, pensando en la profundidad
del río y en la temperatura del agua, mientras que
los valientes correrán, se echarán de cabeza y unos
minutos más tarde estarán nadando felices.
Lo que
hay que hacer cuando se le presenta a uno un peligro,
es no detenerse a pensar en él, pues mientras más
se piensa, menos le gusta a uno; hay que hacerle
frente con decisión y, después, ya no parecerá ni
la mitad de lo que antes parecía.
Fortaleza
Los
caballeros eran hombres que nunca se daban por
muertos hasta no estarlo de verdad. Siempre estaban
listos para ver el final de sus aventuras. Pero, con
la generalidad de los hombres, sucede que se dejan
vencer por la pena o el temor mucho antes de que sea
necesario. Muchos dejan de trabajar con entusiasmo
porque no obtienen éxito inmediatamente; pero a buen
seguro que si persistieran un poco, lo obtendrían.
El hombre debe esperar que tendrá que trabajar
rudamente antes de obtener éxito.
Las
ranas en la crema, un ejemplo de perseverancia.
Algunos
de vosotros conoceréis la historia de las dos ranas;
pero, para los que no la conozcan, héla aquí;
Dos
ranas salieron de paseo un día y llegaron a un gran
tazón de crema. Por estar mirando para adentro, las
dos se cayeron en él.
Una se
dijo: "Esta es una nueva clase de agua, ¿Cómo
va a poderse nadar en ella? Es inútil intentar la
lucha". Y se hundió hasta el fondo y se ahogó,
por no haber tenido ánimo.
Pero la
otra, más varonil, luchó para nadar, empleando
cuanto pudo sus brazos y sus piernas a fin de
sostenerse a flote y, cada vez que sentía que se
hundía, luchaba con más denuedo, sin perder la
esperanza.
Al fin,
cuando estaba ya tan cansada que parecía que no
podría más, sucedió algo curioso: con tanto agitar
los brazos y las piernas había batido la crema,
convirtiéndose ésta en trozo de mantequilla, por lo
que, de repente, se encontró sentada en su parte
superior.
Por
tanto, cuando todo parece ir mal, sonreid y repetíos
este estribillo: "iPersistid, persistid,
persistid!". Y veréis cómo, al final todo sale
bien. Un gran paso hacia el éxito es ser capaz de
soportar los desengaños.
Alegría
Los
caballeros tenían mucho cuidado de no perder la
paciencia. Pensaban que perder la paciencia y
mostrarse iracundo era señal de malos modales.
El
capitán John Smith era el tipo del hombre alegre. Al
final de su vida, dos niños, a quienes había
contado sus aventuras, escribieron un libro sobre
ellas y decían, que les costaba mucho trabajo
escuchar lo que contaba, pues a menudo se reía de
las dificultades por las que había atravesado. Lo
cierto es que, si no hubiera sido hombre de tan buen
humor, jamás habría podido salir con bien de los
peligros que tuvo que arrostrar en diveras ocasiones
durante su vida.
Sus
enemigos lo apresaron varias veces -y algunos de
éstos eran salvajes-, pero siempre lograba
cautivarlos con sus modales agradables y acababa por
convertirlos en sus amigos y de ésta manera,o lo
dejaban ir, o no lo molestaban más cuando trataba de
escapárseles.
Si
desempeñáis vuestro trabajo alegremente, éste se
convertirá en un placer; además, vuestra alegría
se contagiará a los que os rodean y con ello
habréis cumplido parte de vuestro deber como Scouts.
Sir J. M, Barnie escribió: "Aquellos que son
capaces de poner un rayo de sol en las vidas de
otros, no pueden dejar de ser felices". Si
lográis hacer felices a otros, seréis felices
vosotros también.
Yo os
voy a descubrir el secreto para hacer vuestro trabajo
fácil,sin importar cuál sea éste. Si vuestro
trabajo es la lección de la escuela, o prestar
servicio a vuestro patrón en el taller o en la
oficina, podréis, si lo deseáis, hacer de este
trabajo algo muy aburrido y cansado. Si estáis
pensando constantemente en cómo podréis divertiros
cuando salgáis y cuánto mejor lo pasan otras
personas que no tienen que trabajar, acabaréis por
odiar vuestro trabajo; éste os pesará en todo
momento y terriblemente; lo haréis mal y no
adelantaréis jamás. Pero, si seguís la línea
contraria de conducta y pensáis cuál será el
resultado de vuestro trabajo y en lo bueno que de él
resultará para vosotros y para quienes lo
desempeñáis, entonces, lo haréis con interés y
pronto descubriréis que, en vez de odiarlo, lo
amáis; que cada vez lo desempeñáis mejor y que
adelantáis en él constantemente.
El
capitán John Smith cayó en un pantano junto con su
guía indio a quien llevaba atado a la muñeca,
y fue
capturado: pero su temperamento jovial lo ayudó a
escapar.
Si
tenéis el hábito de tomar las cosas con alegría,
rara vez os encontraréis en circunstancias
difíciles; si una dificultad, peligro o molestia
parece grande, pero sois inteligentes y os forzáis a
sonreír ante ella, aún cuando esto os cueste
trabajo en un principio, os parecerá, desde el
momento en que hayáis sonreido, que la dificultad ha
desaparecido y entonces podréis resolverla con
facilidad.
Buen
humor
El buen
humor lo obtiene un muchacho, si lo desea. Y le
ayudará en cualquier juego que pueda practicar, y
muy especialmente, en sus dificultades y peligros,
poniéndolo, con frecuencia, en mejor situación que
la de un individuo violento.
Las
malas palabras y los juramentos, los usan, como el
cigarro, aquellos muchachos que quieren presumir de
hombrecitos y que, lo único que logran es demostrar
lo tontos que son. Generalmente, un hombre lanza
juramentos cuando es susceptible de perder la cabeza
si se encuentra en situación apurada. Por lo tanto,
es un hombre en quien no puede confiarse.
En las
situaciones difíciles, lo que se necesita es
conservar la calma; así, cuando está uno
particularmente ansioso, excitado o violento, no debe
lanzar juramentos, sino, por el contrario, forzarse a
sonreír y muy pronto notará la diferencia.
El
capitán John Smith, que jamás fumaba ni juraba,
tenía un modo particular de tratar con aquellos que
lo hacían, modo que los Scouts han adoptado
también. En su diario dice que, cuando sus hombres
derribaban árboles y las hachas les ampollaban las
manos, cada tercer golpe de hacha, lanzaban un
juramento que apagaba el eco del golpe. Para remediar
esto se le ocurrió un plan que consistía en anotar
cada juramento que lanzaban y, por la noche, hacía
que les vaciaran por la manga de lo camisa, un bote
de agua por cada juramento que hubieran lanzado. Con
este sistema, uno de ellos recibió tal baño, que
durante una semana casi no lanzó un juramento