Mis Aventuras como Espía
Por Lord Baden-Powell de Gilwell

Capítulo VII

CÓMO SE DISFRAZAN LOS ESPIAS

El espionaje brinda una constante tensión nerviosa y mental, en virtud que envuelve una muerte certera por un paso en falso en la guerra o encarcelamiento en la paz. El gobierno promete no dar su ayuda a cualquiera de los que le sirvan si es capturado. Es advertido de no guardar apuntes, no confiar en nadie, llevar disfraces si es necesario y arreglárselas por sí mismo enteramente.

El hecho de disfrazarse no es un maquillaje teatral como el ser capaz de asegurar unas características totalmente diferentes en la voz, en las maneras, especialmente en el caminar y en la apariencia posterior. Un hombre puede llevar un maravilloso disfraz de frente, pero ser inmediatamente reconocido por un ojo entrenado desde atrás. Este es un punto que es frecuentemente olvidado por los principiantes, aunque es de los más importantes. La 1ª y 3a figuras muestran un disfraz efectivo en el frente, pero la 2a figura, en una vista posterior, muestra cuán fácilmente puede ser el hombre reconocido por una persona a sus espaldas. El 4º y el 5º muestran, por medio de líneas punteadas, cómo la "vista posterior" puede ser alterada cambiando de ropa y de porte.

  El hecho de disfrazarse no es tanto un maquillaje teatral -aunque esto es indudablemente un arte útil- como ser capaz de asumir una identidad totalmente diferente, cambiar de voz y de maneras, especialmente en el porte al caminar y en la apariencia desde la espalda. Este punto es frecuentemente olvidado por los principiantes, aunque es uno de los más importantes. Yo fui en un tiempo observado por un detective que un día parecía del tipo marcial y al día siguiente un inválido con un parche sobre un ojo. No podía creer que era el mismo hombre hasta que le observé de espaldas y vi su caminar, cuando al momento su individualidad era aparente.
   Por maneras, un espía tiene por práctica el Poder mostrar un impedimento en su habla un día mientras que, en el siguiente, un tic nervioso en un párpado o un gangueo en la nariz, lo hará parecer un ser totalmente diferente. Para un cambio rápido, es maravillosa la diferencia hecha simplemente alterando tu sombrero y corbata. Es usual para una persona enviar a otra a tornar nota de su corbata, probablemente de su sombrero y de nada más, por eso es útil cargar una corbata y gorra totalmente diferentes de aquellas que estás vistiendo, listas para el cambio inmediato para escapar sin ser reconocido unos minutos después.
   Aprendí esto siendo entrevistado hace algunos años en una estación ferroviaria. Unos minutos después pasé la prueba rigurosa acercándome a m¡ entrevistador cuando él estaba comentándole el incidente a un hermano periodista, quien también estaba impaciente por encontrarme: "El está por aquí, en uno de los últimos carros del tren. Lo reconocerás de inmediato porque lleva un sombrero verde Homburgo, una corbata roja y un abrigo negro".

Esta ilustración muestra cómo el escritor pudo disfrazarse en muy poco tiempo cuando observó que era reconocido en una estación de trenes. El 1er. dibujo lo muestra como entró a la sala de espera. Poco después sus sospechas se despertaron. La 2ª lo representa a su salida unos minutos después. El disfraz aunque parezca simple, fue completamente exitoso.

Afortunadamente tenía un gabán gris en mi brazo, en el cual estaba una gorra de viaje y una bufanda. Precipitándome dentro de la sala de espera, efectué un "cambio rápido", metí m¡ sombrero en mi bolsillo, y anduve balanceándome de una manera inválida, hacia m¡ carro. Volvía entrar de frente al reportero sin ser sospechoso; hace poco tuve el placer de ser presentado a él sin ser reconocido.
   En una ocasión reciente, a mi saber, un hombre era cazado dentro de una calle posterior que era un callejón sin salida. Él se metió por la puerta de un almacén y subió algunos escalones esperando encontrar refugio, pero, al no encontrarlo, regresó y volvió a bajar y enfrentó a la multitud que le esperaba afuera, sin saber a qué casa había entrado.
   Asumiendo una cojera extrema en una pierna, encorvando un hombro y, metiéndose a la fuerza su sombrero sobre una cara distorsionada, él pudo librarse audazmente de ellos sin que ninguno pudiera descubrir su identidad.
   En consideración a los disfraces, el cabello en la cara -como bigote o barba- son muy usados para alterar la apariencia del hombre pero éstos son perfectamente inservibles al ojo entrenado de un detective a menos que las cejas se cambien de alguna manera.

   

Otra manera de cómo un disfraz efectivo puede ser asumido en un momento de urgencia. Este disfraz fue hecho en dos minutos.

  • El uso del cabello para disfrazar la cara es inútil a menos que las cejas cambien considerablemente. La frente y la nuca son factores tremendamente importantes en el arte de disfrazarse.
    El 2ndo. dibujo muestra el efecto de "improvisar" las cejas en la cara de la izquierda, y también levantar el cabello en la frente, mientras que el 3er. dibujo muestra la diferencia de la edición de una barba y cabello extra sobre la nuca.
  •    Recuerdo haber conocido a un hombre en las praderas de Sudáfrica bronceado y barbado, que vino hacía mí y me dijo que había estado en la escuela con alguien con mi nombre. Como él empujó hacia atrás su sombrero sobre su cabeza reconocí de inmediato la frente que había visto en Charterhouse hacía 25 años antes, el nombre y el apodo surgieron de inmediato de mis labios. "¡Conque tú eres Liar Jones!", -exclamé-, él dijo: "m¡ nombre es Jones, pero no estaba al tanto del "Liar".


        "Para alterar tu cara debes recordar que las cejas improvisadas alteran la expresión de la cara más que cualquier barba, afeitado, etc. Los tatuajes pueden ser pintados sobre las manos o los brazos, para ser lavados cuando cambies tu disfraz...


       El disfrazarse se hace, por los principiantes, casi invariablemente al frente y no atrás... Antes de intentar ser un espía... atrapa a un espía y así aprenderás qué faltas evitar, corno probablemente el rendirte."


       Una vez que me cayó de golpe vivir como plomero en South East Londres, me dejé una pequeña barba tipo "cabra", que estaba muy de moda entre los hombres de esa clase, por ese tiempo.


       Un día, caminando por el club naval y militar en Piccadilly en mi traje de trabajo, pasé frente a un viejo amigo, un mayor en la artillería de la caballería y casi sin pensar lo abordé por su apodo del regimiento. Él miró fijamente y se quedó estupefacto, entonces supuso que había estado en su batería y sus ojos no podían creerlo cuando le revelé mi identidad. Nunca fui sospechoso por aquellos entre los que pasé y con quien intimé.

    Tenía nominalmente lastimado mi brazo en un accidente y lo llevaba en un cabestrillo, siendo así incapaz de trabajar, o lo que era una bendición, reunirme en pleitos en los cuales se veían envueltos mis amigos. Mi compañero especial, un carpintero llamado Jim Bates. Le perdí el rastro por algunos años y la siguiente vez que lo vi, era uno de una multitud en una revista en Aldershot, cuando estaba de lleno como oficial de Húsares. Fue difícil persuadirlo de que yo era su amigo el plomero.
       Después, cuando estaba en una misión de reconocimiento en Sudáfrica, me dejé una barba pelirroja con un tamaño que hubiera engañado a mi propia madre. Saliendo de la oficina de correos de una aldea, para mi sorpresa me tropecé con el coronel de mi regimiento, que estaba por ahí dando una caminata. De inmediato -para probar mi disfraz- lo abordé con un jovial "¡hola, coronel, no sabía que estuviera aquí!", se volvió a verme y me miró fijamente por un minuto o dos, y entonces contestó ofendido que no sabía quién era yo. Como él no parecía creer, seguí mi camino; ¡sólo unos meses después le recordé de nuestro encuentro!
       

    EL DEPORTE DEL ESPIONAJE

       Indudablemente el espionaje sería un deporte intensamente interesante incluso sin obtener grandes resultados de él. Hay una fascinación que aferra a todo aquel que ha intentado este arte. Cada día trae nuevas situaciones y condiciones requiriendo del cambio rápido de acción y originalidad para enfrentarlas.
        Aquí hay algunos casos de experiencias actuales. Ninguna de éstas son algo fuera de lo común, son simplemente el quehacer diario de un agente promedio, pero éstos podrían explicar el valor deportivo de este trabajo. Uno de los rasgos atractivos de la vida de un espía es que tiene, en ocasiones, que ser un verdadero Sherlock Holmes. Él tiene que notar el más pequeño detalle, cosas que muy probablemente escaparían al ojo sin entrenamiento, entonces él tiene que poner esto y lo otro juntos para deducir un significado de ello.

       Recuerdo una vez que llevaba a cabo un reconocimiento secreto en Sudáfrica; atravesé una granja de la cual el dueño estaba ausente al momento de mi llegada. Tuve que ir lejos y hubiera tenido que ir más pero no di con ninguna habitación, pues estaba buscando un alojamiento por esa localidad.
       Después de descargar mi caballo, revisé los cuartos para ver qué tipo de hombre era el que la habitaba. Sólo fue necesario echar un vistazo en su habitación, en esa destartalada cabaña para darme cuenta que su tipo concordaba con el lugar: en un vidrio, en la repisa de la ventana, había dos cepillos dentales. Deduje que era un inglés de hábitos limpios y que lo hizo por mí como si fuera su huésped. ¡no estaba equivocado en mi hipótesis!

  • EL VALOR DEL JUEGO DEL ESCONDITE
  •    El juego del escondite es uno de los mejores para el muchacho, y puede ser perfeccionado hasta que se vuelva exploración en el campo. Te enseña mucho. Era un fanático de él cuando era niño, y la destreza aprendida en ese inocente campo del deporte me ha sido muy útil en muchas situaciones críticas. Echarme en un surco entre los arbustos de grosellas cuando no tenía tiempo para tocar la colindante maceta antes de que el que me perseguía viniera y me enseñara el valor de no usar la cubierta más obvia, desde entonces sería de inmediato buscado. Los cazadores iban prestos a los maceteros como sitio probable, mientras yo podía ver sus movimientos desde el suelo entre los tallos de los arbustos de grosellas.


       Frecuentemente he visto exploradores hostiles buscando las pistas superficiales, pero ellos no me encontraron allí; y como el cazador de elefantes entre los árboles de helecho, o un cerdo en una cosecha de algodón, así un chico en los arbustos de grosellas es invisible al enemigo, mientras pueda observar cada movimiento de las piernas del enemigo.

    Esto lo encontré de valor cuando fui perseguido por la policía militar montada que sospechaba de mí, de ser un espía en unas maniobras en el extranjero. Después de una rara persecución trepé sobre un muro y caí dentro de un huerto de árboles frutales bajos. Allí, agachándome en una zanja, observé las piernas de los caballos de los gendarmes mientras ellos barrían la plantación, y, cuando ellos se apartaron de mí, me arrastré hacia el bando de un canal de agua profunda que formaba uno de los bordes de la cerca. Allí encontré un pequeño puente de tablones por el cual pude cruzar, pero antes de hacerlo aflojé el cabo cercano y pasé por arriba, arrastrando la tabla tras de mí.


       En el extremo lejano al país estaba abierto, y antes de haberme ido los gendarmes me espiaron; después de un vistazo rápido, huí a galope al puente más cercano, alejado media milla, repentinamente regresé, reemplacé mi puente y recusé el arroyo arrojando la tabla dentro del río, e hice m¡ camino pasando la villa a la siguiente estación bajo la línea, mientras montados seguían cazándome en el lugar erróneo.


       Otro secreto que uno aprende en el juego del escondite, es colocarse sobre el nivel de los ojos del cazador, y a "congelarse", esto es, permanecer tieso sin hacer un movimiento y aunque no es un encubrimiento actual, ustedes son muy aptos para escapar observando cómo hacerlo.


       Lo descubrí hace mucho estando acostado a lo largo de una enredadera en una pared cuando mis perseguidores pasaron a pocos pies de mí sin voltear a verme hacia arriba. Lo puse a prueba después sentándome en un terraplén a lado del camino, justo sobre la altura de un hombre, pero tan cerca que hubiera podido tocar a un transeúnte con una caña de pescar; y ahí me senté sin ningún encubrimiento y conté 54 caminantes, de los cuales no más de 11 me notaron.

    INTRODUCCIÓN

    Capítulo I
    LOS DIFERENTES RANGOS DE LOS ESPÍAS

    Capítulo II
    LOS PLANES DE INVASIÓN ALEMES

    Capítulo III
    JAN GROOTBOOM, MI ESPÍA NATIVO

     Capitulo IV
    TRANSPORTANDO INFORMACIÓN

    Capítulo V
    PLANOS SECRETOS DE FORTIFICACIONES

    Capítulo VII
    CÓMO SE DISFRAZAN LOS ESPIAS

    Capítulo VIII
    EXPLORANDO UN ASTILLERO EXTRANJERO

    Capítulo IX
    ESPIANDO A LAS TROPAS ALPINAS

     Capítulo X
    POSANDO COMO UN ARTISTA

     Capítulo XI
    ENGAÑANDO A UN CENTINELA ALEMAN

    Capítulo XII
    UN ESPIA ES SUSPICAZ

    Capítulo XIII
    BURLANDO A UN CENTINELA TURCO

    Capítulo XIV
    EL TURCO Y EL TÉ

     Capítulo XV
    OBSERVANDO A LOS BOSNIOS

    Capítulo XVI
    ENCUENTRO CON LA POLICIA

    Capítulo XVII
    CAPTURADO AL FIN

    Capítulo XVIII
    EL ESCAPE

    CONCLUSIÓN