Mis Aventuras como Espía
Por Lord Baden-Powell de Gilwell

Capítulo XVI
ENCUENTRO CON LA POLICIA

   Era un país muy difícil en donde poder trabajar, debido a los estrictos arreglos policiacos contra los espías de todo tipo y parecía ser un reto imposible de averiguar lo que yo quería saber, porque uno podía estar seguro de ser observado en cada esquina. Como después averigüé, fue que a través de esta multiplicidad de arreglos policíacos uno podía avanzar mucho con relativa facilidad. Porque si uno iba con mucha audacia sería inmediatamente requerido por los observadores policiacos. Además, los espías generalmente hacen su trabajo por ellos mismos y, en esta ocasión iba acompañado por mi hermano; esto nos facilitó las cosas para avanzar como un par de turistas interesados en el país. Un hombre viajando solo está mucho más expuesto a llamar la atención y así avanzar bajo sospecha.
   Nuestra entrada al país no fue juntos afortunadamente, porque mientras en el tren nos las arreglamos para entrar en problemas con el guardia acerca de una ventana que él insistía en cerrar mientras nosotros la queríamos abierta, en el mismo vagón iba con nosotros un caballero de cierto renombre en el país, y en una conveniente distracción le hice un pequeño boseto. Acababa de completarla cuando un brazo sujetó m¡ hombro desde detrás y, una foto fue tomada por el observador guardia del tren y sacada para ser usada corno evidencia en mi contra.
   El guardia de un tren en este país, debo decirlo, se clasifica como de la misma categoría de un coronel en el ejército, por lo tanto no es un hombre para ser tomado a la ligera. A nuestra llegada a la termina¡ encontramos un tipo de guardia de honor de gendarmes esperándonos en la plataforma, y fuimos puntualmente puestos en marcha hacia la oficina de la policía para explicar nuestro proceder en el tren por atrevernos a abrir la ventana cuando el guardia la quería cerrada y por dibujar caricaturas de un "noble" en el tren.

 Nosotros no guardamos el secreto de nuestra identidad y le entregamos nuestras cartas al comisario de policía que, cuando las vio estaba violentamente enfurecido con nosotros, evidentemente decidiendo qué castigo darnos antes de haber escuchado nuestro caso del todo. Pero cuando él vio el nombre de mi hermano como un oficial en la guardia, preguntó: "quiere esto decir en la guardia de su majestad la Reina Victoria." Cuando él lo escuchó cambió toda su conducta. Brincó de su asiento y pidiéndonos que nos sentáramos explicó que todo había sido una equivocación. Evidentemente los guardias en su país estaban en una muy alta estima. Él nos explicó que había pequeñas reglas irritantes en el ferrocarril que tenían que ser forzosas pero, por supuesto, en nuestro caso nosotros no seríamos limitados por tales pequeños estatutos, luego, con profusas disculpas, nos hizo una reverencia nos sacó de la oficina sin avergonzarnos.
   

ÉXITO CON EL GLOBO

   Nosotros no lo pasamos mucho sin la vergüenza. Nuestra primera ansiedad era encontrar dónde y cómo sería posible ver parte de este equipo por el cual habíamos venido al país. Estaban tomando lugar unas maniobras como a cincuenta millas de distancia, y ahí, como turistas, fuimos sin demora. Nos instalarnos en una pequeña posada no muy lejos de la estación del ferrocarril y los siguientes días hicimos inmensas caminatas, siguiendo a las tropas y observándolas en su trabajo sobre cada área extendida del país.
   Al final de un día observamos un globo en el cielo, e hicimos el camino más corto hacía éste hasta que llegarnos a su estación. Cuando era arrastrado y, anclado al suelo los hombres salieron del campamento para cenar y el globo fue dejado sin un alma para vigilarlo. No fue mucho después que ambos estuviéramos dentro de la canasta tomando nota de todo en la forma de los instrumentos y el nombre de sus fabricantes, así obtuvimos toda la información y fue posible salir antes de que los hombres regresaran.

CÓMO ENTRAR A UN FUERTE

   Nuestro siguiente paso era ver la maravillosa iluminación para trabajo nocturno; en el transcurso de nuestras caminatas dimos con un gran fuerte desde el cual proyectores habían sido colocados la noche previa. Había una gran barda que rodeaba al fuerte a una distancia de unas veinte yardas dispuesta de tal manera que nadie entraría a este círculo sin ser visto. Nosotros razonamos que una vez estando adentro cualquier centinela o detective habría naturalmente supuesto que se nos había permitido estar ahí.
   Intentamos la idea y funcionó espléndidamente. Caminamos tranquilamente a través de campos, pasamos centinelas sin temor y no se nos cuestionó una sola vez. Una vez dentro de esta línea pudimos llegar directamente al fuerte; ahí nos paseamos como si el lugar nos perteneciese.
   Hay una cierta cantidad de arte requerida en no hacerte aparecer como un extraño en un lugar nuevo. En los menores detalles tales como el sombrero, botas y el nudo de la corbata es bueno el vestir aquellos comprados en el país que estás visitando, de otra manera tus artículos de manufactura británica son una atracción segura al policía observador. En los detalles de conducta te has de desenvolver como un nativo lo haría estando acostumbrado a estar ahí.
   Caminar dentro de un fuerte extraño debe ser llevado a cabo de la misma forma como tú entrarías en una ciudad extraña, más o menos. Tú caminas como si tuvieras propósito para llegar a una cierta parte de ella, como si pensaras que sabes el camino perfectamente, sin mostrar ningún tipo de interés en lo que hay alrededor de ti. Si pasas frente a un oficial o un dignatario a quien ves que todos saludan, salúdalo también, para no verte así muy singular. Cuando desees observar algo en especial te pones a holgazanear leyendo un periódico o, en una ciudad, observando todo lo que desees ver en el reflejo de la ventana de una tienda. La pena por espionaje en este país era de cinco años sin la opción de una multa, o incluso un juicio.
   Habiendo caminado exitosamente de ida y de regreso -que es otra cosa- nos sentimos tan eufóricos por nuestro éxito, que esperamos a que cayera la noche para intentarlo otra vez. Éste no era un trabajo fácil. Como el lugar estaba rodeado por avanzadas era mucho más estrecha la vigilancia para un enemigo que iba a hacer una maniobra de ataque durante la noche. Manteniendo el sotavento de la posición general uno era capaz de deslizarse silenciosamente, oliendo el vientecillo, hasta que se podía juzgar dónde había una avanzada y dónde había suelo abierto, de esta manera, oliendo nuestro camino como lo hicimos, fuimos capaces de deslizarnos a través y entre las avanzadas; así ganarnos el fuerte.

CÓMO OBTUVIMOS LA LUZ SECRETA

   Esto significó pasar inadvertido el mayor tiempo posible y tuvimos éxito equitativamente bien. Gracias a la buena fortuna llegamos justo antes de que los experimentos con los cohetes de iluminación comenzaran. La atención de todos estaba centrada en esto y ninguno tenía tiempo para notar u observar lo que hacíamos. Observamos los preparativos y también los resultados, así, habiendo estudiado la rutina y, la geografía de la práctica, estábamos al final capaces de hacernos de alguno de los cohetes y de la composición de la iluminación, con esto nosotros podríamos eventualmente irnos. Sin demora alguna nos hicimos de nuestros tesoros y los entregamos a un agente confiable que los transfería de inmediato a Inglaterra.

CÓMO CRUZAMOS EL GRAN RIO

   Nuestro siguiente paso era observar cómo cruzaba el río la caballería. De una información que recibimos nos presentamos en un punto del río poco antes de las diez de la mañana. El oficial agregado había recibido la notificación de que una brigada de caballería cruzaría el río en este sitio a las 10 en punto y, como a las diez su tren especial debía llegar ahí.
   Ahí estábamos nosotros, afortunadamente, con media hora de anticipación y vimos a toda la brigada bajar hacía el río y enfilarse a través de un vado, donde se mojaron los caballos por una extensión, pero no nadaron.
   En el banco más lejano unos pocos hombres fueron dejados. Éstos tan pronto pasaban -de hecho eran todos los hombres y caballos que podían nadar bien- y tan pronto el tren arribaba y los agregados desembarcaban sobre el banco, encontraban la mayor parte de la brigada ya arribada, mojada y al resto nadando en ese momento.
   Por supuesto en sus reportes ellos afirmaban que habían visto a toda la brigada pasar a nado. Pero esto es muy común en los reportes donde le esparcen historias que no son estrictamente verdaderas.

INTRODUCCIÓN

Capítulo I
LOS DIFERENTES RANGOS DE LOS ESPÍAS

Capítulo II
LOS PLANES DE INVASIÓN ALEMES

Capítulo III
JAN GROOTBOOM, MI ESPÍA NATIVO

 Capitulo IV
TRANSPORTANDO INFORMACIÓN

Capítulo V
PLANOS SECRETOS DE FORTIFICACIONES

Capítulo VII
CÓMO SE DISFRAZAN LOS ESPIAS

Capítulo VIII
EXPLORANDO UN ASTILLERO EXTRANJERO

Capítulo IX
ESPIANDO A LAS TROPAS ALPINAS

 Capítulo X
POSANDO COMO UN ARTISTA

 Capítulo XI
ENGAÑANDO A UN CENTINELA ALEMAN

Capítulo XII
UN ESPIA ES SUSPICAZ

Capítulo XIII
BURLANDO A UN CENTINELA TURCO

Capítulo XIV
EL TURCO Y EL TÉ

 Capítulo XV
OBSERVANDO A LOS BOSNIOS

Capítulo XVI
ENCUENTRO CON LA POLICIA

Capítulo XVII
CAPTURADO AL FIN

Capítulo XVIII
EL ESCAPE

CONCLUSIÓN