Capítulo XII
UN ESPIA ES SUSPICAZ
La
práctica del espionaje tiene una desafortunada
tendencia: te enseña a no confiar en nadie, incluso
en un posible benefactor. Un país extranjero había
recientemente manufacturado una nueva forma de arma
de campo la cual era experimentada en pruebas
secretas, que eran dirigidas en una de sus colonias
para evitar ser observados. Se me envió para
descubrir las características de esta arma. Al
llegar a la colonia encontré que una batería de
nuevas armas llevaban a cabo experimentos en un punto
distante a lo largo de la vía férrea.
El lugar era por todas las
descripciones simplemente una estación del camino,
con ninguna villa cercana, así que sería difícil
quedarse ahí sin ser notado de inmediato. El
horario, sin embargo, mostraba que el tren de día
ordinario se detenía ahí por media hora para
cambiar de máquinas, así que resolví que podía
hacer en el espacio de tiempo permitido.
Progresamos lenta pero felizmente
en el tren local deteniéndonos en cada pequeña
estación. En una de esas granjas coloniales entró
m¡ carro y fingí enfermedad aparentando dolor, así
que entramos en conversación sobre el campo y la
cosecha.
Al fin llegamos a la estación
donde sé decía que estaban las armas. Afanosamente
viendo desde la ventana, se podrán imaginar m¡ gozo
cuando vi inmediatamente afuera de la estación toda
la batería de armas estacionadas.
Todos bajaron del tren para estirar
sus piernas y no perdí un momento en apresurarme a
través de la estación y caminar para tener un
acercamiento de lo que había venido a ver.
El
centinela de las armas estaba al otro lado de donde
me encontraba por lo que pude tener una muy buena
vista de las recámaras y de otras cosas antes de que
se acercara a mi lado, pero muy pronto notó mi
presencia y, no sólo vino él, sino que le gritó a
otro hombre a quien no tenía lejos de vista, tras
una esquina de la pared de la estación.
Este era el cabo de la guardia
quien se apresuró hacia mí y comenzó a insultarme
por estar allí sin permiso. Traté de explicar que
era simplemente un inofensivo pasajero del tren que
había salido a estirar las piernas y no había
notado sus viejas y oxidadas armas. Pero él
rápidamente me ahuyentó hacia la estación.
Me dirigí de nuevo al carro,
saqué mis binoculares y continué mis
investigaciones desde el interior del carro, donde
tenía una muy buena vista de las armas afuera de la
estación y pude anotar bastante información pintada
en ellas como su peso, calibre, etc, De repente en
medio de mis observaciones encontré que la vista se
obscurecía y, alzando la vista, descubrí la cara
atenta del cabo frente a mí: me había atrapado en
el acto. Pero nada más pasó en el momento.
Mi amigo el granero había
regresado inmediatamente a su lugar, sonó el silbato
y el tren avanzó.
Cuando resumí la conversación con
el colonizador remarqué su aspecto enfermo y le
pregunté acerca de su salud. El pobre hombre, con
lágrimas bajándole por las mejillas, me confesó
que no era una enfermedad corporal, sino
preocupación mental la que le causaba tal ansiedad.
Él había fallado completamente en
su intento de hacer una granja exitosa y se
encontraba en el tren con la idea de cortarse la
garganta, y lo hubiera hecho de no haber estado yo
allí para prevenirlo. La vida había acabado para
él y no sabía qué hacer. Comencé a hablarle
acerca de sus pérdidas y le ofrecí sugerencias
basadas en la experiencia de un amigo que también
era granjero en ese país, que por 10 años había
fallado hasta hallar el método correcto en el
onceavo año y, estaba haciendo ahora de su negocio
un gran éxito.
Esto
puso de inmediato esperanza a mi volátil compañero.
Se animó y, se puso de buen humor y reservado.
Finalmente me dijo: "Usted me ha hecho una buena
acción. Haré algo por usted. Sé que es un espía
alemán y que va a ser arrestado en la estación
donde se detenga este tren por la noche. Usted fue
descubierto por un oficial fuera de servicio en la
última estación y, mientras estaba en la oficina de
telégrafos, entró y envió un telegrama al
comandante de la estación terminal, reportando que
un espía alemán había estado examinando las armas
y estaba viajando por este tren en este carro".
Me reí de inmediato ante el error
en que se había caído, le expliqué que no era un
alemán del todo. Él replicó que eso no me
serviría; sería arrestado de la misma forma que si
terminaba la jornada.
Pero me sugirió: "saldré en
la siguiente estación para ir a m¡ granja y, m¡
consejo para usted es también bajarse ahí.
Encontrará una buena posada donde puede descansar
por la noche y mañana en la mañana el tren matutino
lo llevará a través de la vía despejada, donde
esta noche el comandante militar lo estará
buscando."
Le repliqué que, como inglés, no
tenía que temer y que seguiría.
En la siguiente estación él se
bajó y después de una afectuosa despedida,
continué, pero había otra estación entre ésta y
la de la parada nocturna. Cuando llegué ahí tomé
el consejo de mi amigo. Me salí y pasé la noche en
la pequeña posada del lugar. Siguiendo su consejo,
tomé el primer tren de la mañana siguiente y
atravesé el lugar por donde me habían estado
buscando. Cuando mi amigo me invitó a bajar en su
estación no lo hice porque creí que su invitación
era simplemente una trampa para probar si yo era un
espía; tuve que aceptarlo, no dudando que él
tendría amigos a la mano para arreglar mi arresto.
Como así fue, me alejé ileso con toda la
información que quería acerca de la nueva arma.
INTRODUCCIÓN
Capítulo I
LOS
DIFERENTES RANGOS DE LOS ESPÍAS
Capítulo II
LOS PLANES DE INVASIÓN ALEMES
Capítulo III
JAN GROOTBOOM, MI ESPÍA NATIVO
Capitulo IV
TRANSPORTANDO INFORMACIÓN
Capítulo V
PLANOS SECRETOS DE FORTIFICACIONES
Capítulo VII
CÓMO SE DISFRAZAN LOS ESPIAS
Capítulo VIII
EXPLORANDO UN ASTILLERO EXTRANJERO
Capítulo IX
ESPIANDO A LAS TROPAS ALPINAS
Capítulo X
POSANDO COMO UN ARTISTA
Capítulo XI
ENGAÑANDO A UN CENTINELA ALEMAN
Capítulo XII
UN ESPIA ES SUSPICAZ
Capítulo XIII
BURLANDO A UN CENTINELA TURCO
Capítulo XIV
EL TURCO Y EL TÉ
Capítulo XV
OBSERVANDO A LOS BOSNIOS
Capítulo XVI
ENCUENTRO CON LA POLICIA
Capítulo XVII
CAPTURADO AL FIN
Capítulo XVIII
EL ESCAPE
CONCLUSIÓN