Un
nuevo gran fuerte turco había sido recientemente
construido y mi misión era obtener alguna idea de su
plano y construcción. Desde mi posada en el pueblo
recorrí temprano una mañana antes del amanecer,
esperando no encontrar centinelas en pie, para poder
tomar los ángulos necesarios y medir a pasos las
bases deseadas para así delinear un plano bastante
preciso.
En alguna extensión había tenido
éxito cuando vi entre las dunas a otro sujeto viendo
en varias direcciones y me pareció que intentaba
seguirme. Esto era muy amenazador; pasé parte de mi
tiempo intentando evadir a este "cazador",
imaginando necesariamente que era de la guardia
intentando mi captura.
Evadiéndole, infortunadamente, me
expuse más de lo usual a la vista desde el fuerte, e
inmediatamente fui visto por uno de los centinelas.
No entendía su lengua, pero pude comprender sus
gestos bastante bien cuando presentó su rifle y
deliberadamente me apuntó. Esto me llevó a tomar un
refugio tan pronto como pudiera tras una duna, donde
me senté y me esperé un tiempo considerable para
permitir que los ánimos se calmaran.
Inmediatamente, a quien vi
deslizándose alrededor de la esquina de la duna era
a mi amigo el "cazador". Era demasiado
tarde para evitarlo y al momento que me vio pareció
desear irse, más que arrestarme. Reconocimos
mutuamente el temor del uno por el otro, y por lo
tanto nos reunimos con una cierta cantidad de timidez
en ambos lados.
Sin
embargo, entramos en conversación en francés y muy
pronto descubrí que, aunque representábamos
diferentes nacionalidades, estábamos en el mismo
juego de hacer un plano del fuerte. Por lo tanto
unirnos nuestras fuerzas y tras una duna compararnos
la información que habíamos obtenido, entonces
trazó un pequeño plano con el cual completé todo
el esquema.
Mi amigo tomó su lugar en una
posición prominente dándole la espalda al fuerte y,
comenzó a fumar, con apariencia indiferente al
trabajo de defensa tras él. Esto estaba destinado a
atrapar la vista del centinela y distraer su
atención mientras me deslizaba y arrastraba para
darle la vuelta al otro lado de la fortificación,
donde yo podía completar nuestra medición en todos
sus detalles.

El dibujo muestra cómo
nos las arreglamos otro espía y yo
para obtener dibujos de un fuerte
completamente bajo los ojos de un
centinela. El espía a la derecha del
cuadro no hace nada más que atraer
la atención del centinela mientras
que en la izquierda del cuadro estoy
haciendo los dibujos necesarios.
Era
tarde esa noche cuando nos vimos en el cuarto del
"cazador", completarnos los trazos y
finalizarnos los dibujos, cada uno tomando su copia
para sus propios cuarteles. Después de un día o dos
tomamos un vapor hacia Malta, donde habríamos de
partir de regreso a casa; él rumbo a Italia.
Como
ambos teníamos que esperar un día o dos en Malta,
actué como anfitrión con él durante su estancia.
Cuando entramos en la bahía le señalé las grandes
amas de 110 toneladas que en ese tiempo protegían la
entrada y que era visible para cualquiera con dos
ojos en su cabeza. Le señalé otras varias
interesantes baterías que eran igualmente obvias,
pero omití mencionar otras partes que hubieran sido
de mucho mayor interés para él.
Sin embargo, él salió de Malta
con la idea que, del todo, había hecho un buen
trabajo para su gobierno yendo allá. Y convencido de
su suerte en obtener algo muy bueno de algo tan
sencillo como el paseo que le di.
Fue
mi buena fortuna el verlo unos años después, cuando
tal vez sin querer me regresó el cumplido que le
había hecho en Malta. Él estaba entonces a cargo de
un gran arsenal en una de las colonias de su país.
Este estaba situado en una ciudadela posada sobre una
alta cadena montañosa con un río rápido fluyendo
alrededor de la base.
Mis órdenes para ese entonces eran
intentar y descubrir cualquier organización
existente en esta colonia para movilizar a los
nativos como una reserva; deberían las tropas
regulares ser llamadas para la acción a otra parte.
También si hubiese cualquier medio arreglado para
armar a esos nativos, si era así, de qué manera y
en qué cantidad.
Sabiendo que mi amigo estaba
acuartelado en el lugar, lo visité corno un primer
paso, sin un plan definitivo en mi mente de cómo iba
a obtener la información. Él fue lo suficientemente
amable para llevarme a un paseo de inspección
alrededor de la ciudad, río abajo, y arriba en la
ciudadela.
Por un golpe de suerte tuve la idea
que la ciudadela debería ser iluminada por luz
eléctrica debido al poder del agua producido por el
torrente inferior que podría trabajar como un dinamo
a un costo muy bajo si era propiamente diseñado.
Esto estaba tanto en mis pensamientos que, cuando
atravesamos las barracas y edificios en el fuerte,
continué señalando cuán fácil y económicamente
podrían ser alambrados e iluminados los diversos
lugares. Y gradualmente lo persuadí de que era mi
asunto que debería tratar y sugerir a su superior.
Finalmente, cuando él había visto
casi todo, mi amigo remarcó: "Supongo que no te
molestará ver dentro del arsenal, es parecido a
muchos otros que has de haber visto antes." Le
aseguré que me interesaría mucho; de hecho, era
esencial para formarme una estimación aproximada
para la iluminación; así que me llevó dentro.
Ahí estaban, galería tras
galería llenas con estanterías de armas, todas
bellamente cuidadas, sobre la puerta de cada cuarto
estaba el nombre de la tribu y el número de hombres
que podían ser movilizados en la eventualidad de ser
requeridos, el número de armas y la cantidad de
municiones que estaban disponibles para cada uno.
Después
de llevarme a través de dos o tres cuartos, dijo:
"hay, muchos más como éstos, pero
probablemente has visto suficiente." Exclamé
con vehemencia que debería ver los otros para así
juzgar el esquema de la iluminación eléctrica. Si
había muchos cuartos más sería necesario un dinamo
extra grande, por lo tanto un gasto mayor, pero
esperaba que debido a la economía en el número de
lámparas pudiéramos mantener abajo del estimado
original que había pensado.
Así que fuimos laboriosamente a
través de todos los cuartos, viendo los lugares
donde las lámparas podrían ser más económicamente
dispuestas, le hice cálculos con lápiz y papel, que
le mostré a él, mientras apuntaba en el puño de mi
camisa los nombres de las tribus y la otra
información requerida por mis superiores en casa.
El armamento de los auxiliares
nativos, su organización y, números fueron así
comparativamente fáciles de descubrir, gracias a ese
pequeño golpe de suerte el cual se repetiría
seguido en darme éxito ya sea en el Escultismo o en
el Espionaje.
Pero un trabajo más difícil era
descubrir el valor de la lucha práctica de tal
gente.
INTRODUCCIÓN
Capítulo I
LOS
DIFERENTES RANGOS DE LOS ESPÍAS
Capítulo II
LOS PLANES DE INVASIÓN ALEMES
Capítulo III
JAN GROOTBOOM, MI ESPÍA NATIVO
Capitulo IV
TRANSPORTANDO INFORMACIÓN
Capítulo V
PLANOS SECRETOS DE FORTIFICACIONES
Capítulo VII
CÓMO SE DISFRAZAN LOS ESPIAS
Capítulo VIII
EXPLORANDO UN ASTILLERO EXTRANJERO
Capítulo IX
ESPIANDO A LAS TROPAS ALPINAS
Capítulo X
POSANDO COMO UN ARTISTA
Capítulo XI
ENGAÑANDO A UN CENTINELA ALEMAN
Capítulo XII
UN ESPIA ES SUSPICAZ
Capítulo XIII
BURLANDO A UN CENTINELA TURCO
Capítulo XIV
EL TURCO Y EL TÉ
Capítulo XV
OBSERVANDO A LOS BOSNIOS
Capítulo XVI
ENCUENTRO CON LA POLICIA
Capítulo XVII
CAPTURADO AL FIN
Capítulo XVIII
EL ESCAPE
CONCLUSIÓN