Mis Aventuras como Espía
Por Lord Baden-Powell de Gilwell

Capítulo XIII
BURLANDO A UN CENTINELA TURCO

   Un nuevo gran fuerte turco había sido recientemente construido y mi misión era obtener alguna idea de su plano y construcción. Desde mi posada en el pueblo recorrí temprano una mañana antes del amanecer, esperando no encontrar centinelas en pie, para poder tomar los ángulos necesarios y medir a pasos las bases deseadas para así delinear un plano bastante preciso.
   En alguna extensión había tenido éxito cuando vi entre las dunas a otro sujeto viendo en varias direcciones y me pareció que intentaba seguirme. Esto era muy amenazador; pasé parte de mi tiempo intentando evadir a este "cazador", imaginando necesariamente que era de la guardia intentando mi captura.
   Evadiéndole, infortunadamente, me expuse más de lo usual a la vista desde el fuerte, e inmediatamente fui visto por uno de los centinelas. No entendía su lengua, pero pude comprender sus gestos bastante bien cuando presentó su rifle y deliberadamente me apuntó. Esto me llevó a tomar un refugio tan pronto como pudiera tras una duna, donde me senté y me esperé un tiempo considerable para permitir que los ánimos se calmaran.
   Inmediatamente, a quien vi deslizándose alrededor de la esquina de la duna era a mi amigo el "cazador". Era demasiado tarde para evitarlo y al momento que me vio pareció desear irse, más que arrestarme. Reconocimos mutuamente el temor del uno por el otro, y por lo tanto nos reunimos con una cierta cantidad de timidez en ambos lados.

 Sin embargo, entramos en conversación en francés y muy pronto descubrí que, aunque representábamos diferentes nacionalidades, estábamos en el mismo juego de hacer un plano del fuerte. Por lo tanto unirnos nuestras fuerzas y tras una duna compararnos la información que habíamos obtenido, entonces trazó un pequeño plano con el cual completé todo el esquema.
   Mi amigo tomó su lugar en una posición prominente dándole la espalda al fuerte y, comenzó a fumar, con apariencia indiferente al trabajo de defensa tras él. Esto estaba destinado a atrapar la vista del centinela y distraer su atención mientras me deslizaba y arrastraba para darle la vuelta al otro lado de la fortificación, donde yo podía completar nuestra medición en todos sus detalles.

  • El dibujo muestra cómo nos las arreglamos otro espía y yo para obtener dibujos de un fuerte completamente bajo los ojos de un centinela. El espía a la derecha del cuadro no hace nada más que atraer la atención del centinela mientras que en la izquierda del cuadro estoy haciendo los dibujos necesarios.
  •    Era tarde esa noche cuando nos vimos en el cuarto del "cazador", completarnos los trazos y finalizarnos los dibujos, cada uno tomando su copia para sus propios cuarteles. Después de un día o dos tomamos un vapor hacia Malta, donde habríamos de partir de regreso a casa; él rumbo a Italia.

    Como ambos teníamos que esperar un día o dos en Malta, actué como anfitrión con él durante su estancia. Cuando entramos en la bahía le señalé las grandes amas de 110 toneladas que en ese tiempo protegían la entrada y que era visible para cualquiera con dos ojos en su cabeza. Le señalé otras varias interesantes baterías que eran igualmente obvias, pero omití mencionar otras partes que hubieran sido de mucho mayor interés para él.
       Sin embargo, él salió de Malta con la idea que, del todo, había hecho un buen trabajo para su gobierno yendo allá. Y convencido de su suerte en obtener algo muy bueno de algo tan sencillo como el paseo que le di.

     Fue mi buena fortuna el verlo unos años después, cuando tal vez sin querer me regresó el cumplido que le había hecho en Malta. Él estaba entonces a cargo de un gran arsenal en una de las colonias de su país. Este estaba situado en una ciudadela posada sobre una alta cadena montañosa con un río rápido fluyendo alrededor de la base.
       Mis órdenes para ese entonces eran intentar y descubrir cualquier organización existente en esta colonia para movilizar a los nativos como una reserva; deberían las tropas regulares ser llamadas para la acción a otra parte. También si hubiese cualquier medio arreglado para armar a esos nativos, si era así, de qué manera y en qué cantidad.
       Sabiendo que mi amigo estaba acuartelado en el lugar, lo visité corno un primer paso, sin un plan definitivo en mi mente de cómo iba a obtener la información. Él fue lo suficientemente amable para llevarme a un paseo de inspección alrededor de la ciudad, río abajo, y arriba en la ciudadela.
       Por un golpe de suerte tuve la idea que la ciudadela debería ser iluminada por luz eléctrica debido al poder del agua producido por el torrente inferior que podría trabajar como un dinamo a un costo muy bajo si era propiamente diseñado. Esto estaba tanto en mis pensamientos que, cuando atravesamos las barracas y edificios en el fuerte, continué señalando cuán fácil y económicamente podrían ser alambrados e iluminados los diversos lugares. Y gradualmente lo persuadí de que era mi asunto que debería tratar y sugerir a su superior.
       Finalmente, cuando él había visto casi todo, mi amigo remarcó: "Supongo que no te molestará ver dentro del arsenal, es parecido a muchos otros que has de haber visto antes." Le aseguré que me interesaría mucho; de hecho, era esencial para formarme una estimación aproximada para la iluminación; así que me llevó dentro.
       Ahí estaban, galería tras galería llenas con estanterías de armas, todas bellamente cuidadas, sobre la puerta de cada cuarto estaba el nombre de la tribu y el número de hombres que podían ser movilizados en la eventualidad de ser requeridos, el número de armas y la cantidad de municiones que estaban disponibles para cada uno.

    Después de llevarme a través de dos o tres cuartos, dijo: "hay, muchos más como éstos, pero probablemente has visto suficiente." Exclamé con vehemencia que debería ver los otros para así juzgar el esquema de la iluminación eléctrica. Si había muchos cuartos más sería necesario un dinamo extra grande, por lo tanto un gasto mayor, pero esperaba que debido a la economía en el número de lámparas pudiéramos mantener abajo del estimado original que había pensado.
       Así que fuimos laboriosamente a través de todos los cuartos, viendo los lugares donde las lámparas podrían ser más económicamente dispuestas, le hice cálculos con lápiz y papel, que le mostré a él, mientras apuntaba en el puño de mi camisa los nombres de las tribus y la otra información requerida por mis superiores en casa.
       El armamento de los auxiliares nativos, su organización y, números fueron así comparativamente fáciles de descubrir, gracias a ese pequeño golpe de suerte el cual se repetiría seguido en darme éxito ya sea en el Escultismo o en el Espionaje.
       Pero un trabajo más difícil era descubrir el valor de la lucha práctica de tal gente.

    INTRODUCCIÓN

    Capítulo I
    LOS DIFERENTES RANGOS DE LOS ESPÍAS

    Capítulo II
    LOS PLANES DE INVASIÓN ALEMES

    Capítulo III
    JAN GROOTBOOM, MI ESPÍA NATIVO

     Capitulo IV
    TRANSPORTANDO INFORMACIÓN

    Capítulo V
    PLANOS SECRETOS DE FORTIFICACIONES

    Capítulo VII
    CÓMO SE DISFRAZAN LOS ESPIAS

    Capítulo VIII
    EXPLORANDO UN ASTILLERO EXTRANJERO

    Capítulo IX
    ESPIANDO A LAS TROPAS ALPINAS

     Capítulo X
    POSANDO COMO UN ARTISTA

     Capítulo XI
    ENGAÑANDO A UN CENTINELA ALEMAN

    Capítulo XII
    UN ESPIA ES SUSPICAZ

    Capítulo XIII
    BURLANDO A UN CENTINELA TURCO

    Capítulo XIV
    EL TURCO Y EL TÉ

     Capítulo XV
    OBSERVANDO A LOS BOSNIOS

    Capítulo XVI
    ENCUENTRO CON LA POLICIA

    Capítulo XVII
    CAPTURADO AL FIN

    Capítulo XVIII
    EL ESCAPE

    CONCLUSIÓN